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Foto: wikipedia.org

Streaming: Project Power

En la ciudad de Nueva Orleans hay una nueva droga, una que le pudiera hacer mucho dinero o dar vasto poder a gobiernos y empresarios. Tiene la forma de una luz atrapada en un cristal pero no es un foco, y cuando la tomas, al darle vueltas y activar cierto mecanismo, por cinco gloriosos minutos, tu cuerpo muta, dependiendo de tu ADN, a algo maravilloso o a una tragedia (tu cuerpo explota y mueres). La manufactura de esta pastilla es el dilema principal de la reciente película de Netflix, Project Power (2020), la cual nos presenta a tres personajes: Frank (Joseph Gordon-Levitt), un policía tal vez adicto a esta droga y aficionado de los Saints de New Orleans, que busca arrestar a las personas detrás del desarrollo del experimento, Art (Jamie Foxx), exmilitar furioso y destrozado por el secuestro de su hija y busca quitársela de las garras a quien sea responsable (y sospecha que son las personas detrás del proyecto) y Robin (Dominique Fishback) una joven estudiante atrapada en la conspiración del tráfico de la droga y el único personaje al que se le puede ver un poco de profundidad.

La película dicta sus parámetros en boca del aficionado de los géneros y a regañadientes nos avienta en la cara secuencias rápidas que no se terminan de explicar, acción encima de desarrollo y se declara como sofisticada con sus canciones modernas y diálogos callejeros que se sienten como un truco fácil. La droga, que es el centro de la trama, se llama (¡sorpresa!) Power y a los que la consumen les reacciona diferente, los que la sobreviven pueden adoptar características de animales como lagartos, pulpos, búhos, osos y ranas, otros se vuelven antorcha humana, otros hombre elástico y otros desarrollan una piel que resiste como roca, estos últimos tres le pueden recordar a alguien a un grupo de cuatro que se ha visto en otro lado. Encima de ello, la oportunidad de mostrarnos una ciudad de Nueva Orleans por su antropología multicultural o arquitectura afrancesada fracasa y solo vemos una pizca de la cultura de sus aficionados al fútbol americano que no entra tanto en detalle.

Project Power sufre de algunas cosas más. En primer lugar, no decide sobre cuál género quiere aterrizar. A veces es una película de superhéroes, a veces de acción explosiva, en otras es un thriller policiaco y otras pocas es una película de venganza al estilo de Taken (2008) sin el proceso de búsqueda de información e interrogatorio cruel que trazan la linea hacia su rescate. Combinados, los géneros forman una pieza entretenida, dominguera, dirían por ahí, pero no llegan a un acuerdo estas secuencias y Foxx, Gordon-Levitt y Fishback le quedan grandes a la historia en la que no obstante hacen un buen trabajo con sus personajes que son arquetípicos en su mayoría. El año pasado Martin Scorsese juzgó a las películas de Marvel como montañas rusas o películas de parque temático. Si Scorsese tiene razón, Project Power es un zoológico descuidado.

La película avanza en lo que se siente como un día en que a Robin la manda su madre por una lata de sopa. En medio de este mandado su camino se cruza con Art y la historia se dispara. La habilidad de Robin para cantar e improvisar rap impresiona a algunos (le dicen palabras: “felino”, “sismógrafo”, “antibiótico” y crea una rima natural de cada una) y junto con Foxx y Gordon-Levitt hacen todo lo posible por no verse tan precipitados como la historia a la que pertenecen. Si quieren saber si la sopa llega a casa y la hija cena con su madre y quienes son los villanos detrás de todo esto, tienen que verla. Sería injusto reprobarla de aburrida pues nunca se detiene aunque no vaya a ningún lado en un ritmo turbulento, pero la película no solo no aterriza su género sino tampoco su idea. Verla sería como el mismo experimento de tomar la droga expuesta en la historia: o te llena de adrenalina y euforia o te hace explotar (del aburrimiento) y, efectivamente, al terminar, todo esto se siente como si hubieran pasado solo cinco (no tan gloriosos) minutos.

Project Power. 2020.  Dir: Henry Joost, Ariel Schulman. 114 min.

Disponible en Netflix.

 

 

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