Se presentan cuando menos los esperamos. Son pasajeros, potentes, violentos y a-humanos.
Les bastan unos pocos segundos para realizar su labor destructiva y sembrar el miedo, la impotencia e incomprensión en los humanos.
Eso son los terremotos, fenómenos naturales que se rigen por sus propias leyes imprevisibles e incontrolables.
Hace 31 años, el 17 de septiembre de 1989, se presentó el terremoto de “Loma Prieta”, de 7.1 grados de magnitud de momento y IX grados de intensidad en la escala de Mercalli.
El terremoto de Loma Prieta, en la falla de San Andrés, duró 17 segundos, que parecieron 17 horas.
Fue un sismo muy destructivo: murieron 63 personas, casi 4 mil resultaron heridas y dejó 6 billones de dólares en daños.
Los condados con mayor destrucción fueron Santa Cruz, San Francisco y Oakland. Un tramo del “Bay Bridge”, que une a las dos últimas ciudades, colapsó.
El inicio del terremoto, se trasmitió en vivo por la cadena ABC, que aquella tarde televisaba la serie mundial de beisbol “La Batalla de la Bahía”, entre los Atléticos de Oakland y Los Gigantes de San Francisco, en el estadio Candlestick.
Se iba a celebrar el esperado tercer juego de la serie, programado para 17:35 horas, pero el terremoto se adelantó: se presentó minutos antes a las 17:04:15.
La serie se pospuso 10 días y los Atlético barrieron a los Gigantes 4 juegos a 0.
No hubo grandes celebraciones al final de aquella serie conocida como “La Serie del Terremoto”.
(La de la presente temporada seguramente se recordará como “La Serie de la Pandemia”).
Después del terremoto de Loma Prieta, las autoridades norteamericanas reforzaron las medidas de seguridad y fueron más estrictos en sus reglamentos de construcción.
Vivimos en una zona de peligro. Los riesgos serán menores si nos preparamos para el momento incierto cuando se presente el terremoto.



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