El Río Colorado era caudaloso. Nace en los Estados Unidos y tiene una longitud de 2 mil 730 kilómetros. Tiene dos usuarios: México y los Estados Unidos.
29 kilómetros son tramo limítrofe entre los dos países, frente a Baja California y Arizona y, 160 corren por territorio mexicano entre el tramo limítrofe y su desembocadura.
Sus escurrimientos provienen de los deshielos de las Montañas Rocosas de Estados Unidos.
Cuando no había escasez se agua, el Río Colorado cruzaba con su cuantioso caudal el Valle de Mexicali y desembocaba apacible en el Mar de Cortés, en donde se presentan altas mareas.
Cuentan que, en determinadas épocas del año, las grandes olas regresaban al Río, obligándolo a cambiar el sentido norte-sur, lo que producía un enorme estruendo y una visión espectacular.
Su agua es nuestra principal fuente de vida. Para los primeros habitantes de estas tierras, seguramente fue maravilloso contemplar el río, con su gigantesca corriente y su espectacular desembocadura en “El Mar Bermejo”.
Hoy domingo, les comparto un fragmento del Canto General de Pablo Neruda, Amor a América, La Lámpara en la Tierra, cuando América no tenía nombre todavía:
Antes de la peluca y la casaca
Fueron los ríos, ríos arteriales:
Fueron las cordilleras, en cuya onda
Raída
El cóndor o la nieve parecían inmóviles:
Fue la humedad y la espesura, el trueno
Sin nombre todavía, las pampas
planetarias
El hombre tierra fue, vasija, párpado
Del barro trémulo, forma de arcilla,
Fue cántaro caribe, piedra chibcha,
Copa imperial o sílice araucana.
Tierno y sangriento fue, pero en la
Empuñadura
De su arma de cristal humedecida,
Las iniciales de la tierra estaban
Escritas…
Tierra mía sin nombre, sin América,
Estambre equinoccial, lanza de púrpura,
Tu aroma me trepó por las raíces
Hasta la copa que bebía, hasta la más
Delgada
Palabra aún no nacida de mi boca…
A las tierras sin nombres y sin números
Bajaba el viento desde otros dominios,
Traía la lluvia hilos celestes,
Y el dios de los alares impregnados
Devolvía las flores y las vidas…